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jueves, 19 de abril de 2018

10ª de abono: Media plaza de aficionados...y una oreja

Ayer llegaba uno a la plaza con la sensación de tener en el cuerpo toda una vida viendo toros, y solamente han transcurrido una semana de festejos, lo que induce a pensar que el cansancio y el aumento de temperatura se hacia presente en el ambiente. Es normal, y con dos tardes precedidas de éxito y triunfalismo por esos ecos del indulto de "Orgullito". Es normal. Lo que no es normal, o tal vez hay que acostumbrándose, es ver un Miercoles de Feria la plaza a la mitad de su aforo, con tres toreros para "aficionados". Y es que la conclusión es que el público se quedó en la feria, y los aficionados en los toros. 
Tal vez el gran público no merecía ver una corrida, algo desajustada en la presentación de El Pilar, que fueron nobles, como el segundo, tercero o quinto, que se marcharon con las "orejas puestas", con la tónica general de la carencia de fuerzas. Fueron devueltos dos por la misma ganadería.
Juan Bautista, pecó en el primero de una excesiva frialdad o inapetente. Faena callada sin molestar, donde al final el público se desesperó. Un toro noblón pero tamlco dio opciones al francés. Con la espada terminó de enfadar a la media plaza de aficionados.
Con el sobrero de la misma ganadería, se encontró el frances con un saludo capotero aceptable, con una larga soltando el capote que tuvo algo de sentido. Después se apresuró en ponerse pesado con una res que tuvo una soseria importante y donde Juan Bautista no encontró el camino del éxito. Ni toro ni torero.
López Simón lanceó de salida a un toro que nunca comprendió. Si en el caballo tuvo un trámite muy suave no es menos cierto que en la muleta el noble toro transmitió al gran público más de los que nos ofreció el madrileño. Faena entonada en sus inicios pero inacabada en los finales. Se le fue un toro bajo el asombro de algunos aficionados. Un pinchazo y descabello fue silenciada su labor.
Con el quinto, otro toro incomprendido en su lidia, el de Barajas pudo estar mejor. Muchos pases, con ese toreo plano, estático y con apreturas ssin alma, en una faena que le faltó transmitir y convencer con un toro noble pero muy soso.
El extremeño José Garrido desde que se abrió de capote demostró que venía con ganas y muy sincero en su tauromaquia. Las verónicas tuvieron sabor, al igual que las chicuelinas de manos baja. Lo cuidó al toro en la suerte de varas, consciente de la nobleza y trasmisión del toro. Muy bien Antonio Chacón en banderillas. A mi modo de ver configuró una faena esteticamente irreprochable para conformarse con una oreja, pero a lo mejor debió apostar por el toro y cortarle las dos. Pues ni una cosa ni otra. Faena de más a menos, con un cambio de mano vibrante. Se le pidió una oreja que sin la mayoria suficiente la Presidencia con criterio no la concede. Una vuelta al ruedo.
Con el sexto de la tarde, un toro flojo pero que le valió para cortar una oreja, con una faena voluntariosa, llena de efectos clasicos, o sea, molinetes de rodillas, encimista para sacarle muletazos sueltos, que tras una estocada entera en un sitio aceptable le pidieron con fuerza una oreja que la Presidencia esta vez sí concedió.

Foto: Twitter Maestranza-Pagés

 

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